martes, 29 de julio de 2008

El declive de la energía atómica

España opera ocho reactores nucleares (uno menos que en 2003) que suministran el 19,8% de la electricidad del país (frente al 23,6% en 2003). Mas allá de la moratoria de-facto que ha habido
durante muchos años, el actual presidente del gobierno español, José Luís Rodríguez Zapatero incluyó el abandono de la energía nuclear entre los objetivos de su gobierno. Zapatero anunció en la ceremonia de investidura, en abril de 2004, que su gobierno “abandonaría gradualmente” la energía nuclear e incrementaría los fondos para las energías renovables en un esfuerzo para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, de acuerdo con el Protocolo de Kyoto. La primera unidad (José Cabrera) se cerró a finales del año 2006.

El estado y las perspectivas de la industria nuclear en el mundo han estado sujetas a un gran número de publicaciones y a una considerable atención de los medios de comunicación, a lo largo de los últimos años. El presente informe intenta proporcionar sólidos elementos de información clave para un análisis inteligente e informado a los que toman decisiones.
A finales de 2007, hay 439 reactores funcionando en el mundo. Esto es, cinco menos que hace
cinco años. Hay 34 unidades listadas por la OIEA – Organización Internacional de la Energía
Atómica como “en construcción”. Esto es, cerca de 20 menos que a finales de los años noventa.
En 1989, un total de 177 reactores nucleares habían operado en los países que hoy forman la EU-
27. Este número disminuyó a 146 unidades en fecha de 1 de noviembre de 2007.
En 1992, el Worldwatch Institute de Washington, WISE-París y Greenpeace Internacional
publicaron el primer World Nuclear Industry Status Report. Como mostró la primera revisión de
este informe, realizada en 2004, los análisis realizados en 1992 demostraron su corrección. En
realidad, la combinación de la potencia nuclear instalada en las 436 unidades operando en el
mundo en el año 2000, era inferior a 352.000 MW – comparada con la proyección de la OIEA
realizada en los años setenta, que era de de hasta 4.450.000 MW. Hoy, los 439 reactores que
funcionan en el mundo totalizan 371.700 MW. La energía nuclear proporciona el 16% de la
electricidad del mundo, el 6% de la energía primaria comercial y entre el 2 y el 3% de la energía
final del mundo – y la tendencia es a la baja – menor que la aportación de la hidráulica. En 21 del
los 31 países que operan centrales electro-nucleares, disminuyó el porcentaje de la energía
nuclear en el mix eléctrico de 2006, comparado con el del año 2003.
La edad media de las centrales nucleares en funcionamiento es de 23 años. Algunas empresas
eléctricas prevén vidas útiles de los reactores de 40 años o mas. Considerando el hecho que el
promedio de edad de las 117 unidades que ya se han cerrado, es de cerca de 22 años, doblar la
vida operativa media parece mas bien optimista. Sin embargo, hemos asumido una vida media de 40 años para todos los reactores y para aquellos que están actualmente en construcción112 y hemos calculado cuantas plantas deberían cerrarse anualmente (ver gráfico 6). El ejercicio permite una evaluación del número de centrales que deberían entrar en funcionamiento en las próximas décadas para mantener el mismo número de plantas en funcionamiento.
Además de las unidades actualmente en construcción con una fecha de inicio fijada, deberían
planificarse 70 reactores (40.000 MW) , construirse y poner en funcionamiento hasta el año 2015
– uno cada mes y medio – y otras 192 unidades adicionales (168.000 MW) a lo largo de la
siguiente década – uno cada 18 días. Este resultado no ha cambiado desde el análisis realizado en
2004. Incluso si Finlandia y Francia construyen un reactor europeo de agua a presión (EPR), además si
China tira adelante 20 unidades y Japón, Corea o Europa oriental añaden unas pocas unidades, en conjunto, la tendencia mundial irá probablemente a la baja a lo largo de las próximas dos o tres décadas. Con un tiempo de construcción extremadamente largo de 10 años o mas, es
prácticamente imposible mantener o incluso aumentar el número de centrales electro-nucleares a lo largo de los próximos 20 años, a menos que se alargue la vida de los reactores a mas de 40
años en promedio. No hay ninguna base para tal suposición.
La falta de mano de obra especializada, una gran pérdida de competencia, graves cuellos de
botella en la fabricación (una sola planta en el mundo, Japan Steel Works, puede moldear forjas
para vasijas de presión de reactores), falta de confianza de las instituciones financieras
internacionales y fuerte competencia de los dinámicos sistemas basados en gas natural y energías
renovables agravan los problemas de envejecimiento de la industria.
Dos años y medio después del inicio de construcción, el mayor proyecto piloto demostrativo de
construcción nuclear en el mundo, el EPR que AREVA construye en Finlandia, Olkilouto-3,
lleva dos años de retraso y un coste adicional de 1.500 millones de Euros (un 50% superior al
presupuesto).
En junio de 2005, la revista comercial Nuclear Engineering Internacional, publicó el análisis
sobre la edición de 2004 del World Nuclear Industry Status Report bajo su título: “On the wayout
– In sharp contrast multiple reporting of a potencial ‘nuclear revival’, the atomic age is in the
dusk rather than in the dawn” (Final de trayecto – En agudo contraste con múltiples informes
sobre un potencial ‘renacimiento nuclear’, la era atómica está mas bien en su crepúsculo que en
su amanecer.


_____ Isabelle Wiedemeier
BENISA



Son limpias, independientes, y están en consonancia con Kyoto. Además, para sus defensores, sus titulares, su lobby y para muchos que les deben un puesto de trabajo, el funcionamiento de las centrales nucleares es tan perfecto como la simetría de sus torres de refrigeración. Sin embargo, en estos días la palabra Ascó abre una fisura en su perfectas fachadas.
La dirección de la central nuclear Ascó I de Tarragona ocultó un accidente durante tres meses. El 26 de noviembre, los trabajadores de la central, que carecían de la formación necesaria, vertieron 50 litros de agua radioactiva en el depósito del reactor, la cual se filtró por una rejilla y alcanzó el sistema de refrigeración. El sistema de refrigeración de emergencia se activó y los filtros retuvieron las partículas emitidas e impidieron que se liberara la radioactividad. En lugar de notificar el incidente, al día siguiente los responsables adaptaron los valores límite que activan la alarma a la nueva situación, de manera que el sistema de refrigeración de emergencia se desactivó nuevamente y el día 29 de noviembre se activó el sistema de refrigeración normal, que no cuenta con filtros especiales. A consecuencia de esto, se liberó la emisión radioactiva.
Estas fueron las declaraciones que hizo Carmen Martínez Ten, presidenta del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) en una intervención parlamentaria el 11 de junio, quien además declaró que el titular de la instalación, ANAV, detrás del cual están Endesa e Iberdrola, no notificó de inmediato el accidente al CSN, tal y como es reglamentario. La notificación se produjo después de más de tres meses, tras haber encontrado la dirección de la central partículas radioactivas fuera de los reactores sin dar nuevamente cuenta de ello.
Desde entonces han aparecido alrededor de 1000 de estas partículas en los alrededores del reactor, el 95% a una distancia de hasta 50 metros y con una radiación 1.100 veces superior a la que había reconocido Ascó en un principio. Los días 5 y 6 de junio trabajadores del CSN encontraron pequeños fragmentos radiactivos en las vías del tren en las instalaciones de la central, que, según el portavoz de ANAV Eugeni Vives, eran inofensivas, puesto que por su peso no había peligro de que se adhirieran a los trenes. En el exterior de la central y en las proximidades de la orilla del río Ebro se hallaron 5 pequeños fragmentos. 2116 personas fueron sometidas a un reconocimiento, ninguna de las cuales presentó valores preocupantes.

Parada durante tres semanas
Desde el 11 de junio Ascó se detuvo la actividad de la central, pero sólo por 21 días. El Consejo de Seguridad Nuclear quiere inspeccionar las zonas próximas al reactor, a las que no se puede acceder cuando éste está en funcionamiento y comprobar las medidas de seguridad, puesto que también los aparatos que miden la radioactividad en la sala de control y en el edificio del reactor parecen no funcionar correctamente.
Los responsables de Ascó deben responder ante el incumplimiento de tres preceptos legales: Se sobrepasó la dosis de radioactividad permitida fuera del reactor, no se informó al CSN del incidente ni tampoco al inspector de este organismo que trabaja en la central. Por cada una de estas infracciones ANAV podría tener que pagar 10 millones de euros al Ministerio de Industria.
Por todo esto el CSN ha perdido toda credibilidad ante los detractores de la energía atómica como Greenpeace. Ana Ariza califica de “encubrimiento” el proceder del titular, como ocurriera después de Chernóbil cuando sencillamente se aumentó la cantidad de concentración radiactiva permitida en los alimentos. Ariza es miembro de la organización ecologista “Ecologistas en Acción” en Valencia, y está luchando por la desmantelación de la central nuclear de Cofrentes para el 2011, año en el que caduca la licencia en vigor que se concede siempre por un plazo de sólo diez años.

Riesgo y verdades a medias
Año tras año Cofrentes figura una y otra vez en los titulares. Una avería en el sistema de refrigeración, una ventilación defectuosa, un cortocircuito. Todo ello lo califica Iberdrola como inofensivo, y lo clasifica en el nivel 0 de la Escala Internacional de Incidentes Nucleares. No obstante, los detractores de la energía nuclear consideran que no debería correrse el riesgo de sufrir una catástrofe, y es así como lo ve también la mayoría de la población.
Según Ana Ariza, son muchas las verdades a medias que contienen los argumentos a favor de la energía nuclear, entre los que están las bajas emisiones de CO2, la independencia de la especulación del petróleo o el tiempo meteorológico, esto es, se trata de una fuente de energía garantizada. Ariza argumenta por el contrario que en la explotación y obtención del uranio, en la gestión de las barras de combustible usado y en la desmantelación de una central se necesitarían grandes cantidades de combustibles fósiles. Su garantía en el tiempo parece no ser suficiente puesto que las reservas de uranio conocidas alcanzarían sólo unos 25 años y de independencia no se puede hablar, ya que el uranio ha de importarse y su precio ha subido en los últimos años. A ello habría que añadir los gastos de almacenamiento temporal y final, para los cuales la empresa encargada, Enresa, tiene presupuestados alrededor de trece mil millones de euros. En comparación con esto, la construcción de una central de 1000 MGW por cuatro mil millones de euros es sumamente barata.

Y todo ello sin mencionar aún la seguridad. A un trabajador de una central nuclear se le puede someter como máximo a una concentración radiactiva de 20 milisievert al año, veinte veces más que alguien que profesionalmente no está relacionado con la radioactividad. Carlos López de la central nuclear de Cofrentes explica que cada “dosis” se anota escrupulosamente en un pasaporte especial de radiación. A lo que Ana Ariza argumenta que muchos trabajadores ya han alcanzado el máximo tan sólo después de un año y que por ello las centrales subcontratan a empresas cuyo personal carece de la formación y experiencia necesaria. Véase Ascó.


Paco Castañas para OPAEX

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