martes, 22 de julio de 2008

Yo no estuve allí pero les creo


Reproducimos íntegro el texto de un ciudadano publicado en Extremadura al día

Ese día estuve allí con mi hijo. Hicimos lo mismo que todos: gritar que no queremos que contaminen nuestra tierra, nuestras aguas y el aire que respiramos y no lo hacíamos por nosotros, sino por los hijos de nuestros hijos y por una tierra a la que amamos desmesuradamente. Como es natural, en estos casos, se gritaron otras cosas por el estilo, pero nadie agredió físicamente a nadie. Yo estuve allí y lo aseguro.Nadie agredió a nadie, pero había que dar escarmiento a tanta insolencia. Es lo que tiene el poder cuando se apoltrona: no soporta que se le contradiga. No se admite la disensión. Hay que cerrar todas las fisuras para que nada se cuele después que, previamente, se ha ejercido el adecuado control sobre los medios de comunicación sumisos al poder del dinero o al dinero del poder.
Por otro lado está el tema de la más que probable manipulación de la justicia, con tres recursos a otras tantas sentencias de no admisión a trámite por falta de pruebas y la sustitución del juez por otro dispuesto a tramitar la demanda de la infamia.
Yo pude haber sido también un imputado por agresiones, como cualquier otro. Ni siquiera hubiera hecho falta estar allí; aunque, bien pensado, no estoy en ninguna lista porque resido en el pueblo de al lado, de lo contrario habría estado en la lista de los opositores al artefacto maligno y habría corrido el riesgo de ser seleccionado a dedo para la inmolación. Tal que así es el poder. Terrible ¿no? Y pensar que ¡Inocentes! habíamos creído superado el pasado, cuando resulta que únicamente ha cambiado de cara.
Es maquiavélica, como pocas, la forma que tienen de hacer que, ante la opinión pública, aparezcan sus adversarios, por muy nobles que sean, como poseedores de las desviaciones de la moral, los defectos de personalidad y las oscuras intenciones inherentes a ellos mismos, de tal forma que los que se defienden de las agresiones acaban convertidos en agresores y los que denuncian traiciones en traidores; porque eso y no otra cosa sería la instalación del engendro: una agresión y una traición al pueblo.
Ante tanta ignominia solo cabe hacer frente común contra la sinrazón. Hay que solidarizarse con los once imputados, que lo han sido por cometer el gran error de oponerse a una decisión que lesiona gravemente el derecho de las generaciones futuras a una vida digna; una actitud noble y generosa que debería llenar de orgullo a los que nos gobiernan. Por el contrario se alinean con aquellos que anteponen sus intereses al bien común.

La cuenta para recaudar el dinero de las multas: 3009 0022 19 20969 13617.

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