viernes, 28 de marzo de 2008

La Dictadura de la Tierra


Dictadura de La Tierra

Tenemos que asumir de una vez que todo en el planeta ha cambiado también en Occidente. Por fin nos ha tocado... y lo estamos viendo con nuestros propios ojos mientras le seguimos dando la espalda. Si por un casual (diluvia sobre nuestras cabezas sin demasiado frío en noviembre después de un octubre seco sequísimo) estamos a tiempo, no deberíamos esperar a que un ciclón, huracán o tormenta tropical, o unos nuevos 11S u 11M acaben de un plumazo con nuestras infraestructuras y prepotencia occidental para ponernos a trabajar de inmediato.

Pero a nosotros nos gusta seguir empeñados hasta las trancas en nuestro nuevo 4x4 turbodiesel o en nuestra nueva casa o complejo residencial de costa interior en medio de una ZEPA (lo poco que queda de costa exterior es intocable y las aves y los peces como que nos la sudan un poco ya ¿no?). O hacer la vista gorda ante vertidos tóxicos. O en creernos en medio de todo este “embolao” climático que una refinería petrolífera o térmica van a ser la panacea económica de toda una región. Cuando todos sabemos que el dinero se lo van a quedar los mismos, y los trabajadores serán otros explotados más por el incompetente de turno venido de vete tú a saber de dónde. A mi me da que en Extremadura más nos vale cuidar nuestros campos y dehesas e ir a venderle jamones y quesos a los chinos. Que esto de la energía y el urbanismo se nos queda ya muy lejos, peligroso y obsoleto. Sólo 23 de los 116 proyectos presentados de energía eólica para Extremadura casi parece que cumplen las exigencias medioambientales. Esto da una medida de que nuestra ambición es completamente inversa a nuestro compromiso ecológico.

Creo que lo más importante para luchar contra este cambio climático, que ya no se avecina sino que está aquí también, es acabar con la democracia de los partidos. A los cuales sólo les interesa gobernar para favorecer a grandes grupos mediáticos y multinacionales que les pondrán en bandeja las próximas elecciones. Por su incompetencia, por sus intereses, por sus censuras, sus mentiras, sus regímenes de explotación a través de empresas de participación pública, sus corruptelas, manipulaciones y estafas inmobiliarias... Sobre todo porque los políticos de ahora se han mostrado completamente inútiles en materia medioambiental, y muy eficaces en esto que te cuento. Unos se guían por lo que dicen sus primos y rectifican tras el abroncamiento general y aquí no ha pasado nada. Otros más listos, socialistos o socios listos, camuflados bajo unas ideas grandilocuentes o siglas de izquierdas, medran a todo trapo pisando las cabezas de los que haya que pisar y haciendo cualquier cosa con tal de conservar su puesto y ascender en lo económico y en reconocimiento social (en el fondo me dan pena). Y también me da en la nariz que el descontento político en España es de aúpa, sobre todo el de los jóvenes, que incluso se toman la justicia por su mano. Por lo menos el mío, que era un progresista convencido, reconvertido a ecologista de boquilla. Y según leo más a Valle, más me doy más cuenta de que estos proyectos ilusionantes llamados Europa, España, Extremadura, Cataluña o Ceuta, se encuentran en el mismo estado que a principios del siglo XX, igual que los describía el genio gallego: Los españoles somos enanos o patizambos que viven una tragedia reflejados en el espejo cóncavo de Europa, o algo así.

Todo esto me lleva a reflexionar sobre que ha sido la interpretación que hemos hecho de la democracia, dicen que el mejor sistema político inventado hasta ahora, la que se ha cargado el planeta

Tendrán que ser los chinos (estamos a años luz en pensamiento y conocimiento del hombre) con sus defectos y virtudes, los que tengan que enseñarnos junto a una tapita jamón con saque, cómo tenemos que tratar al planeta, porque ni Clinton, ni ZP, ni Zarkozy, ni mucho menos Ibarra, Rajoy, Aznar, Bush o Blair, parecen eficaces ante todo esto que nos llega.
¿Por qué no se callan todos una vez? Y dejan hablar y gobernar a los jóvenes comprometidos. Que impongan un nuevo sistema: la dictadura de la tierra.

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